A veces, los adultos hacen cosas que los niños no entienden. Como decidir que ya no quieren estar juntos. Dicen cosas como "el amor se acabó" o "ya no nos llevamos bien", pero eso suena tan raro… ¿Cómo puede acabarse algo que no se puede ver ni tocar? ¿Cómo puede alguien dejar de llevarse bien con otra persona de un día para otro?
Para un niño, la idea de tener a su mamá y su papá juntos en el hogar es como un castillo de arena en la playa: bonito, seguro, un lugar donde siempre se quiere estar. Pero a veces, los adultos deciden construir castillos diferentes, en playas distintas. Y entonces, los niños tienen que vivir en dos castillos que casi nunca son iguales.
Algunos niños están en el castillo de mamá, otros están en el castillo de papá, y los fines de semana tienen que cambiar de castillo. Es como subirse a un columpio: subes muy alto, sientes la brisa en la cara, te diviertes… pero antes de darte cuenta, ya es hora de bajarte y esperar hasta la próxima semana. ¡Una semana es demasiado tiempo! ¿Por qué hay que esperar tanto para pasar un ratico con papá?
Pero los adultos no lo ven. Están ocupados con cosas aburridas, como trabajar y estar muy cansados. Los niños no entienden bien qué significa eso de estar muy cansado, porque cuando ellos están cansados, una siesta y un abrazo lo arreglan todo. Pero los adultos dicen que no es tan fácil. Hablan de estrés, problemas y muchas otras cosas raras.
A veces, los adultos hasta discuten. Y cuando no pueden decidir solos, llaman a personas que ni siquiera los conocen para que decidan por ellos. Esas personas miran papeles, hacen preguntas y luego dicen cosas como: "Verás a tu papá tantos días", "Te quedarás a vivir con tu mamá". Pero, ¿por qué esas personas deciden algo tan importante? ¿Acaso no entienden que los niños no les gusta vivir cambiando de castillo?
Tal vez algún día los adultos dejarán de hacer cosas raras como divorciarse y permitir que otros tomen decisiones importantes por ellos. Tal vez, algún día, logren entender que el sueño de todo niño es que sus padres estén juntos siempre, jugando, comiendo helado, viendo películas y compartiendo los momentos más importantes de sus vidas… juntos.
Este artículo lo escribí luego de leer la sentencia 472-01-2024 de la Corte de Apelación de Niños, Niñas y Adolescentes del Distrito Nacional, en la que los jueces Francisco Antonio Pérez Lora, Adalgisa Castillo Abreu y Antonia Josefina Grullón Blandino realizaron una adaptación en formato de lectura fácil para que la niña involucrada, de ocho años de edad, pudiera entender de forma clara y sencilla la decisión tomada sobre su custodia.
Además de ser un fallo pionero que sienta las bases de una jurisprudencia auténticamente inclusiva, me resultó especialmente conmovedor.